Presentación de Mariá
PRESENTACIÓN DE MARIA EN EL TEMPLO
En este día la Iglesia celebra el misterio del primer encuentro de María con su Dios. Con su SÍ, sube las gradas del Templo «sin mirar atrás». Deja todo y se ofrece en hostia santa, agradable a Dios, se entrega total y para siempre. Es seducida por su Dios y se ha dejado seducir. María se convierte en el templo muy puro de Dios. Permanece en el templo en su presencia.
María se pone simplemente, a disposición de su Dios, total y humildemente. Su don es gratuito, absoluto. Sólo desea una cosa: ser la pequeña esclava del Señor que se ofrece a su Maestro. A Dios es a quien ofrece su vida, su alegría, su felicidad. Por eso la fiesta del 21 de noviembre es la fiesta del primer sí, la fiesta del «toma Señor y recibe».
LA SANTISIMA VIRGEN MARIA Y MARIA RIVIER
« La historia de la vida de la Señorita Rivier no es sino la historia de su devoción a la Santísima Virgen, de una ininterrumpida reprocidad de confianza y de favores, de oraciones y de gracias obtenidas por intercesión de la Virgen María ».
- Monsieur Hamon -
Primer biógrafo de la Beata María Rivier
En Montpezat, es donde, ante Nuestra Señora de la Piedad, se graba en el corazón de la pequeña Rivier el misterio que le sobrepasa. De esta contemplación prolongada aprenderá, hasta donde llega la ofrenda de amor del Hijo ofrecido y de la Madre con el corazón transpasado. Su corazón será, cada vez más compasivo como el de Jesús y el de María.
Podemos afirmar que, desde su tierna edad hasta las últimas horas de su vida, María Rivier se abandonó por entero en las manos de la Virgen María. Durante los encuentros, entre ella y Nuestra Señora, se ha creado una especie de connivencia, que se fue profundizando con los años.
La Virgen María es la gran formadora de Madre Rivier. Le hace conocer a Jesucristo, le enseña el sentido de la adoración y de la ofrenda. El mistero de la Presentación de María en el Templo responde perfectamente a las aspiraciones de su corazón. «Su vida, desde siempre, la vive como una Presentación continua : ¡Heme aquí! » La fiesta del 21 de noviembre refleja bien la ofrenda de Jesús, el Siervo, que se entregó por la salvación del mundo : Ni sacrificio ni oblación querías, no pedías holocausto ni víctima, dije entonces : Heme aquí, que vengo, a hacer tu voluntad (Sal 40). Nada extraño que María Rivier estuviera tan impresionada por la contemplación del misterio de la Presentación de Jesús en el Templo: «Esta fiesta produce en mí tales deseos de sacrificarme con Jesucristo, y estos son tan profundos, que me oprimen y parecen querer ahogarme».
LA SANTA VIRGEN MARIA y MARIA RIVIER
EN LA HISTORIA DE LA FUNDACIÓN
El Nacimento de una Fundadora
La Congregación de las Hermanas de la Presentación de María se fundó en Thueyts (Ardèche), en la diócesis de Viviers, a fines del siglo XVIII.
La Fundadora, María RIVIER, nació en Montpezat, Francia, el 19 de diciembre de 1768. No había cumplido los cinco años cuando se sintió fuertemente impulsada a consagrar su vida a Dios para enseñar el catecismo a las niñas. Habiendo perdido el uso de sus piernas, por una caída que tuvo a los dieciséis meses, suplicaba incansablemente a Nuestra Señora : «Virgen Santa, cúrame, y te recogeré niñas ; les daré clase y les enseñaré a amarte mucho». Ahí, ante la Pietá, nació nuestra Congregación.
En esta Escuela de la Cruz y del corazón, María Rivier experimenta cada vez más los sentimientos de Jesús y de su Madre. Su corazón no sabe sino amar, amar tiernamente, intensamente, hasta el final. Como Nuestra Señora de la Piedad, su compasión se extiende a todas las necesidades.
La Curación
Curada, en parte, el 8 de septiembre de1774, obtiene su curación completa tres años más tarde en una fiesta de María, la de la Asunción. Desde entonces no vive más que para cumplir su promesa, segura de que todo lo puede esperar de la Santísima Virgen, certeza que tendrá durante toda su vida.
La Promesa
El 21 de noviembre de1796, en plena tormenta revolucionaria y contra todas las reglas de la prudencia humana, fiel a su promesa, funda su Instituto, con la aprobación del Vicario general de la diócesis, Monsieur Régis Vernet, sacerdote de San Sulpicio, que más tarde será Consejero y Padre de la nueva fundación. Con cuatro compañeras se consagra a Dios y se dedica a la educación cristiana de la juventud.
La Profecia
Su ardiente amor por Dios, su celo intrépido, su pasión por dar a conocer y hacer amar a Jesucristo en todo el mundo, su tierna e inagotable caridad para con los empobrecidos, los necesitados, los niños abandonados, Pio IX la nombra la Mujer-Apóstol. Muere en el fuego de su celo el 3 de febrero de1838. San Juan Pablo II la beatifica el 23 de mayo de 1982.
Durante su vida, María Rivier fundó 141 escuelas. Había profetizado : « Mis hijas cruzarán los mares». Y veinte años después de su muerte, las Hermanas de la Presentación de María, habiéndose extendido por otros países de Europa, se establecieron en América. Las hijas de la Mujer Apóstol han cruzado los mares. Las fundaciones se multiplicaron en los cuatro continentes: Europa, América, Asia y África.
La Fuerza Interior
María Rivier estaba penetrada de la urgencia de la oración en la vida apostólica. Insistía particularmente en el espíritu de oración, el « retiro interior », la presencia de Dios, la actiud de oración y de ofrenda en la que « había que mantenerse ». Estaba convencida de que « nada se haría sin la oración ».
EL NOMBRE DE LA CONGREGACIÓN
A este nombre de la Presentación de la Santísima Virgen, después de las breves explicaciones que su piadoso director le dio sobre el significado de esta fiesta, la futura Fundadora se sintió súbitamente penetrada por una gran alegría. Ella tuvo la íntima convicción de que sus deseos más queridos iban a ser realizados, que la comunidad tan anhelada iba a nacer finalmente, y que la Santísima Virgen misma quería presidir su nacimiento, bajo el patrocinio de uno de sus más conmovedores misterios.
Al día siguiente, 21 de noviembre de 1796, fue un día de fervor extraordinario. La alegría sobrenatural de María Rivier se extendió por toda la casa. Todas recibieron la santa comunión de la mano del Sr. Pontanier, y todas se consagraron a María, con ese impulso unánime de piadoso entusiasmo como signo de inspiración celestial y presagio de grandes cosas.
La emoción de María Rivier fue máxima cuando, tras la ceremonia que acabamos de mencionar, el Sr. Pontanier le entregó un sello con las iniciales AVE MARIA, diciendo: «Toma esto, será el sello de tu casa «. Era el sello de la Sociedad de San Sulpicio. La piadosa fundadora lo tomó con respeto, lo besó varias veces y no quiso separarse de él en todo el día.
Así el 21 de noviembre de 1796 fué fundado, el Instituto de las Hermanas de la Presentación de María.
María Rivier nunca olvidará que fue bajo los auspicios de María que su Congregación nació.
« Hijos míos -exclamará más tarde-, confiad siempre plenamente en la Santísima Virgen. Al inicio de nuestra Congregación, fue ella quien lo hizo todo… »